Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

lunes, 24 de octubre de 2011

Me dedicó una espléndida sonrisa, toda enterita para mi.

Aquella criatura era poco más que un puñado de lágrimas, la cara roja, los ojos tristes e iluminados por el agua salada y la sonrisa más borrada que yo había visto en mi vida. Nada más verla con tal cara de pena y ese dolor instalado en el fondo de sus pupilas, me entraron ganas de estrujarla entre mi brazos y no soltarla hasta que yo mismo fuera capaz de aniquilar esa horrible tristeza. Pedía a gritos un abrazo, simplemente eso. Así que me acerqué y le acaricié una mejilla quitándole una lagrimilla salada que se topó con mi mano.


He de decir que me pareció que le sentaba bien llorar, pues sus ojos se aclaraban, pero claramente no era un buen momento para decírselo, pues por menos de nada nos inundaba, nos ahogábamos y encima se deshidrataba. Así que no dije ni pío, y simplemente estuve abrazándola hasta que sus sollozos se calmaron, se separó de mi y dijo mirándome intensamente:
- Muchísimas gracias, de verdad

Me dedicó una espléndida sonrisa, toda enterita para mi. Entonces descubrí que la sonrisa de esa personita tan triste no era para nada fea, quizás era, eso si, una sonrisa falta de costumbre, pero mucho más sincera que esas que se dibujan en tantas caras con la única función de aparentar estar gozando de la felicidad. Mantuvimos la mirada y la sonrisa unos instantes y entonces me dijo:
- ¿Sabes por qué estoy así de triste? Porque es duro ese odioso estado de transito entre el amor y el desamor.
- Entiendo... ¿sabes? Una vez que yo estaba igual de triste que tu alguien me enseñó este truco fíjate bien- dije mientras cogía una servilleta de papel y un bolígrafo.
Sus ojos se abrieron como platos, estaba impaciente por ver como podía acabar con toda esa tristeza. Yo escribí una frase en la servilleta y taché una serie de cosas. Antes de enseñarle lo que había escrito le advertí:
- Quizás ahora te parezca duro, pero en menos tiempo del que te piensas tu serás capaz de tachar las mismas palabras que yo de esta frase. Mira:
Eres lo mejor que me ha  pasado
- Gracias. Sé que es cuestión de tiempo, pero te aseguro que no quiero olvidar, no quiero tachar nada, sólo quiero ser feliz con lo que hay...
- No desesperes, el tiempo dirá. Gracias por tu sonrisa, es preciosa


Pauli.
Y es que una sonrisa vale mucho: enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo si, pero no se olvida.
"Haz el favor de regalarlas ojitos tristes”



sábado, 22 de octubre de 2011

Le gustaba el olor a día recién estrenado

Lo hizo sin pensar. Simplemente algo dentro le decía que tenía que hacerlo. Ya se inventaría alguna excusa ingeniosa cuando ella le preguntara que era lo que quería, cuál era la razón de su visita. Se había levantado con ganas de verla y no quiso pararse a pensar en absoluto en las razones. Aún estaba a medio calzar, cuando las primeras luces del alba entraron por la ventana. Justo entonces, se le vino a la mente la imagen del amanecer veraniego que vino con la carta de presentación pertinente entre ambos. Tan resacoso estuvo entonces como lo estaba aquella mañana, pero las hojas secas de octubre no sabían igual que la noche en la que se saludaron por primera vez en sus vidas. Bien poco se habían parecido la gran mayoría de amaneceres de los últimos meses a aquel de una noche de verano.



Simplemente así, guiado por sus impulsos, se plantó en casa de ella. Llamó a la puerta insistentemente, pero probablemente era demasiado temprano para que esa pequeña hibernadora de fines de semana estuviera despierta. Llamó una vez más, aunque con pocas esperanzas, y esta vez la puerta se abrió. Se la encontró con pintas mañaneras: con una camiseta ancha que dejaba ver sus piernas aún ligeramente bronceadas y el pelo alborotado,enmarañado, como si acabara de hacer el amor. Le pareció que estaba guapa a la vez que imperfecta, aunque quedó desconcertado al ver que ella le recibía así. Tenía pinta de llevar rato levantada, pues tenía ya los ojos encendidos, como puestos en marcha. Sonrió de sopetón al verle. Su cara pasó de tener una línea recta y seria por boca,a contar con una dulce rodaja de sandía justo encima de la barbilla. Hubo una conversación de miradas que sirvió de buenos días. Sin embargo, no fue sino el pitido de la tostadora quien rompió el hielo:
- Un segundo, voy a coger las tostadas que me gustan muy blanquitas y no quiero que se me chamusquen. Ahora te saludo como es debido. Pasa, siéntate, no creía necesario decírtelo.- se alejó hacía la cocina y el vaivén de sus pasos provocó que la camiseta se subiera peligrosasmente unos instantes.
+ Es que estaba esperando a que me invitaras a una tostada.- pasó sin quitar la mirada de sus pasos hasta que éstos se perdieron en la penumbra del pasillo. Acto seguido, cerró la puerta.
- Claro, coge lo que quieras. ¿Qué haces aquí?¿necesitas algo?- dijo desde la cocina.
+ En realidad pasaba por aquí y me ha olido a tostadas y he decidido pasar a robarte una. – mintió simplemente para salir del paso. No pretendía sonar convincente, tan sólo no estaba dispuesto a admitir la realidad.- Llevas rato levantada ¿verdad?- añadió.
- ¿Se puede saber cómo lo sabes?
+ Me sé de memoria la cara que tienes nada más despertar – hubo un intenso silencio.
Ella, desde la cocina, sonrió entre dientes,pues le alegraron esas palabras. Él notó cómo se la estaba llevando a su terreno, cómo ya no sería necesario contestar a incómodas preguntas sobre la razón de su inesperada visita. Optó entonces por andar hacia la cocina para pillarla por sorpresa, pero se encontraron los dos de frente en el pasillo. Apenas podían verse cuatro ojos dos a dos iluminados en la oscuridad de aquellas paredes y las siluetas de dos cuerpos indecisos que mientras se acercaban dejaban ver que con pocas palabras buscaban muchas respuestas. Entraba una luz tenue por la rendija de una de las habitaciones, que les iluminó cuando se acercaron un poco, pero que apenas permitía ver los contornos de esos cuerpos a grandes rasgos.
- ¿Sabes? Ultimamente soy madrugadora, no ha sido casualidad encontrarme despierta. Descubrí que me gusta ver amanecer.
+ Pero ¿cómo vas a ser tu madrugadora? A ti te apasiona dormir, o simplemente pasar horas en la cama entre las sábanas.

- Supongo que algunas cosas te cambian un poco. A mi me sigue gustando dar guerra desde la cama, pero casi me gusta más despertarme con el sol porque me parece que el cielo me da los buenos días cuando la línea del horizonte empieza a clarear. Me encanta como flota en el aire ese olor a nuevo, a día recién estrenado.
+ Tú siempre tan metafórica, tan soñadora y tan imperfecta...- hizo ademán de acercarse, pero no ganó mucho terreno.
- Sé que estarás preguntándote si eso significa que todas las mañanas me acuerdo de ti. La verdad es que al principio sí, las primeras veces te colabas irremediablemente en mi cabeza desde por la mañana, y no podía hacer mucho por sacarte...
* Hola fea, he traído churros para desayunar- dijo una voz de hombre desde la entrada.
- Hola, estoy con un amigo, ahora voy.
+ Creo que es mejor que me vaya...- ella le tomó por la muñeca acercándole a sí- pero ¿qué haces? Te han traído churros calentitos.¿Por qué ibas a preferir a alguien que te roba tostadas en medio de un pasillo oscuro? Sólo soy un tipo raro que pasaba por aquí para robarte un par de tostadas, y de paso ver lo guapa que estas tan poco arreglada...
- Escucha. Cállate. Los tipos raros son los mejores.-dijo mirándole intensamente.
+ En cualquier caso, dijimos que...
- ¿A quién le importa lo que dijimos? Lo que pasa es que no hemos hablado de corazón a corazón.
+ Siempre hemos tratado de prescindir de las palabras cuando eran innecesarias
- Pero dos corazones pueden hablar de muchas formas...- se alejó para relajar la situación, ya que llevaban unos cinco minutos respirándose tan cerca que comenzaban a tener dificultades para mirarse a los ojos.- ...para empezar deberíamos de ser sinceros....- él abrió la boca, pero ella puso dos dedos sobre sus labios dulcemente y no le dejó decir nada- me refiero a que antes te he dicho que solías ser un pensamiento habitual al principio, pero para mi desgracia eso poco ha cambiado...
+ ¿Quieres decir que a pesar de todo...?
- Quiero decir que cada vez que Madrid amanece me acuerdo del primer amanecer que vi en toda mi vida, y por suerte o por casualidad tu estabas conmigo. Anda vamos a comer churros, que se van a enfriar.
+ Pero y ¿qué pasa con él señorita? ¿Qué va a pensar que hacíamos tu y yo con pintas mañaneras en el pasillo?
- Que piense lo que quiera, igual que es mayorcito para coger mi moto e ir a por churros, es mayorcito para entender que tengo amigos.
- No me lo puedo creer, ¿ese bozarrón es el de tu hermano?
+ Sí, es la voz del enano. Suponía que no lo sabías, pero tenía que hacerte sufrir un poco ¿no crees?
- ¡Serás mala!
+ Eso te pasa por venir aquí a robarme tostadas. ¡Ah! y otra cosa, si crees que no vas a ser capaz de levantarte a por churros, yo tengo la solución perfecta: no hace falta que durmamos, sólo es imprescindible que veamos amanecer.
Desayunaron, y estrenaron ese nuevo día con olor a conversación de corazón a corazón.





Pauli.



miércoles, 12 de octubre de 2011

amor a segunda vista.

Amaneces así: semidesnuda, parcialmente mareada y acurrucada a tu almohada. La luz entra por la ventana y suena el viento enfurecido chocando y silbando en la contraventana. Sientes la sangre helada, los pies cansados, la boca seca y los labios algo desgastados. Te incorporas y te quedas mirando como caen las hojas del sauce, mientras sientes los efectos secundarios de la noche pasada.

Quizás el pelo te huela a tabaco, pero no te desagrada. Ese olor tan penetrante te recuerda como él te fumaba hacía poco más de seis horas. Incluso a como él se había declarado adicto a ti y a la nicotina a partes iguales mientras te devoraba con la mirada. Pero sobre todo te hace pensar en como él había robado todo tu oxígeno estando tan cerca, en como te había ahogado fumándose la noche contigo.

Ni rimmel corrido, ni las sábanas coloreadas de maquillaje: nunca te gustará pintarte, eso si que no cambia. El pelo revuelto y los labios te queman. Las hojas siguen cayendo mientras miras embobada. Odiarías tener que admitirlo, pero estás encantada. Todo fue tan inusual que aún sigues extrañada. Dudas si ha sido todo un sueño, pero desaparecen las dudas al ver tu falda arrugada en la cama.

Nunca antes tu falda verde había bailado toda la noche con un perfecto desconocido,nunca antes habías sacado a pasear tu alma de tarada. Pero dicen que siempre hay una primera vez, y él fue quien consiguió que te dejaras llevar de madrugada. Y que digan lo que digan, que piensen lo que piensen, pero él por ser como es fue quien te dejó desarmada. Sí, él y no otro por extraño que a la mayoría le resultara. Si, él y su encanto, él y lo que te daba. Y sabes que pocos entenderán por qué tomaste anoche esa decisión tan acertada, pero sólo te importa que perdiste la cabeza en sus brazos de madrugada.



No fue la vuestra una típica historia en la que chico conoce a chica y al segundo ya se aman, de típica tuvo poco, y el amor lo dejasteis para cuando realmente llegara.
Y tú sigues con cara de tonta semidesnuda y embobada. Y sientes un escalofrío al pensar en la noche pasada.


Fue un amor a segunda vista, pues al principio de la noche la mirada de él no te decía nada. Pero tienes la sensación de que cuando te miró de nuevo, tu ya sin control bailabas. Nadie puede saberlo, pero sientes que hasta ese insignificante detalle, fue diferente a lo que tus historias de amor acostumbraban.
Fue una noche de infarto, quien sabe que pasará esta mañana, pero inundando de recuerdos el cuarto, te encanta recordar como anoche él te llenaba.



Vuestro amor a segunda vista, vuestra noche de dejar la razón guardada, tan puro, tan cierto, tan realista, que te late el corazón fuerte, y te sientes acalorada.


Pauli

sábado, 1 de octubre de 2011

No querían que escribiera, pero querían todo lo demás.

Vuelve a casa tras la entrevista con los tacones en la mano y una larga sudadera que le cubre la falda de tubo y oculta el escote de su camisa preferida. Esa sudadera, que aún huele a su dueño, disimula perfectamente sus curvas. Camina despacito por la acera, mientras se promete a sí misma que en la próxima entrevista irá disfrazada de línea recta. No sabe si lo entiende, pero conoce ya de sobra los ojillos que ponen aquellos que admiran la curvatura del cuerpo de una mujer. Y en el fondo siempre ha deseado que la diseñaran más recta, menos asimétrica tanto de cuerpo como de alma. Digo en el fondo, porque a estas alturas ya había aprendido a ver también las ventajas de ser desordenada, soñadora y curvilínea, pero de pequeñita le enseñaron que había que ser ordenada, aburrida, normal,responsable y cuerda. Y es que entre todos esos adjetivos tan sumamente rectos no encajaba en absoluto un alma cuya vida se regía más por la improvisación y la búsqueda de ser irrepetible. Simplemente era una chica curvilínea a la que le estaban pidiendo algo que siempre consideró absurdo: ser normal. Pero absurdo o no, el hecho de que la normalidad no le cayera demasiado bien era algo por lo que nunca llegaría a alcanzar la perfección a la que, según tantas personas rectas de su vida, había necesariamente que aspirar. Por todo esto había odiado siempre tener tanto un cuerpo como un alma irregulares en un mundo que aspiraba a hacer una colección. A su parecer últimamente el mundo se dedicaba a coleccionar personas más rectas que palillos chinos y cuya alma no se saliera ni un ápice del molde que había sido creado para que toda mente perdiera su individualidad innata relegándose a ser otra fotocopia perfecta.
Sentía lástima del mundo porque no sabía hacer colecciones, ya que se estaba dedicando a amontonar cromos repetidos en forma de almas en vez de cambiarlos por otros nuevos.

A si que cuesta arriba, por una calle cuyo suelo parecía una alfombra de hojas marrones que crujían al pasar, se dedicó a inspirarse con la ciudad para guardar esas sensaciones para otro día en el que le apeteciera escribir. Oculta tras esa sudadera gris que olía tanto a recuerdos avanzaba rumbo a ese sito que tienen algunas ciudades en el que aún podemos ver que existen personas que no desean perder sus curvas: el metro. En cada vagón puedes aprender de cada diferencia que vive instalada en los rostros de muchos de los ciudadanos que frecuentan ese sitio en el que ella había encontrado tantos cachitos de historias que escribir. " Aún no me preocupa el frío otoñal" pensó mientras se disponía a bajar las escaleras para el andén " Gracias verano por mantener mi alma caliente, gracias por haber acabado con la ruina y haberme hecho experimentar tantas sensaciones nuevas. Sabes que te echaré de menos, pero gracias por todo verano, y hasta el año que viene" - pensó mientras sonreía para sus adentros.

Una vez en el tren le da por repasar la entrevista para entender por qué llevaba cuatro manzanas andando descalza por las calles otoñales de un Madrid que sabía a Septiembre. Y seda cuenta de que en el fondo a hecho bien, aunque pocos lo entiendan una oportunidad disfrazada de oro para una chica tan joven era en realidad una farsa. Era todo una mentira disfrazada de verdad, como tantas otras mentiras y tantos otros disfraces dominaban las ciudades de aquellos tiempos.

"Un hombre de unos treinta años estaba entrevistando a una chiquilla temblorosa, que vestida como le habían aconsejado para salir exitosa, entró en el despacho transmitiendo que desbordaba creatividad y ganas de escribir.

...

- Eres buena, encajas bien con nuestro perfil ¿ Entonces qué, te apuntas? - La mira haciéndose el interesante. Parece que esa es una pregunta obligada, pero que está claro que esa chiquilla enfundada en una falda de tubo y con unos tacones con los que podría tocar la luna si se lo propusiese va a aceptar necesariamente a cobrar por lo que escribe sin que importen demasiado las condiciones. Desliza el contrato por la mesa y le acerca una pluma.

- No - sentencia ella alejando la pluma de sí.

- Es una buena oportunidad, pagamos genial. Neesitamos una mujer en la redacción y a ti esto te reportaría ventajas tales como qu tus inicios se den en un sitio privilegiado. No todo el mundo puede poner eso en su currículm. - dice tratando de persuadirla. Eso sí tendrás que entnder que empezarás sirviedo cafés, y haciéndome unos trabajitos...- él le dio un repaso con la mirada tratando de intimidarla, casi de someterla como si ese fuera un precio que hubiera que pagar a cambio de poder escribir.

- ¡ Já ! Que bonito y preparado te ha quedado eso. Pero ¿sabes que? Te equivocas. Sé escribir ¿sabes? Quizás no como me gustaría, pero sé hacerlo. Lo que pasa es que mis tetas no te dejan verlo, y eso es poblema tuyo. Búscate a otra que quiera contonearse por aqui y que apenas sepa escribir su nombre completo, porque yo no quiero.

Tenía razón: no querían que escribiera, pero querían todo lo demás. Se sintió orgullosa de no querer ser recta a toda costa aunque quizás esta vez sus curvas y su falda hubieran sido los culpables de todo. Las cosas o habían salido como esperaba por la mañana: no tenía su primer trabajo, pero mientras metía la llave en el portal y el sol acariciaba ya el horizonte sintió que era libre, estaba viva y el otoño era todo suyo.

Pauli.

muerde la vida

HAIRCUT from MAMMOTH on Vimeo.