Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

viernes, 30 de septiembre de 2011

Le aterrorizaba más que nada ser amado.

Una vez me topé con alguien que temía ser querido.

Supongo que en los tres primeros segundos posteriores a su confesión, que me costó arrancársela varias horas de cháchara, no supe reaccionar. Está claro que encontrarse una excepción entre la muchedumbre desconcierta, pues creo que esperaba que me dijera que lo que le asustaba era querer y no ser correspondido. No obstante, dado que esa confesión tan sincera apareció tras millones de intentos por que él asesinara a la vergüenza, al menos cuando hablaba conmigo,me lancé a abrazarle sin entender a penas de donde venía su miedo por enamorar a alguien.



Ahora entiendo su miedo. Entiendo perfectamente cómo se le revuelven las tripas sólo de pensar que un corazón pueda vagar a la espera de que el suyo propio sólo palpite por ese corazón vagabundo. Sí. No hay nada más agobiante que saber que hay alguien que dentro de sí tiene ansias de ti. Exacto. Recuerdo esa penetrante angustia que te atrapa cuando alguien te dice que te ama y tu no puedes pronunciar esas mismas palabras. Lo recuerdo. Parece completamente absurdo, pero esas palabras no te salen. No lo sientes. Tú no notas que el amor se haya apoderado de ti, y la impotencia llama a tu puerta cada vez que oyes esas palabras de su boca tan sinceras, tan sugerentes, tan desnudas . Ves unos ojos que brillan y que se avergüenzan de estar ante ti y tener que admitir que esas palabras son ciertas. Y la situación parece ideada para que tu admitas lo mismo, para que te alegres de ser correspondido. Pero no te alegras. No. Ni te alegras, ni eres correspondido. Sobre todo porque no hay nada a lo que corresponder. Porque tu no amas, no eres capaz aunque quieras. Porque querer si quieres. Quieres amar aunque no puedes. Has encontrado a alguien que te ama y crees que lo justo seria que tu te enamoraras de esa persona, pero no hay manera. El corazón se te encoje y meditas unos segundos si pronunciar esas palabras sin significado alguno es una buena idea. Entonces cierras la boca. No dices nada y mantienes la mirada con un resquicio de lástima en tus ojos. Puedes ver la desilusión encendida en los suyos como si esa confesión que acaba de hacer hubiera sido en vano. La ves mientras algo dentro de ese corazón ajeno duele de algún modo. Puedes casi palpar esa desilusión, pero no puedes hacer que desaparezca. Parece mentira, pero amar a ese corazón que está tan desnudo ante ti en ese instante, no está en tus manos. Y te enternece seguir viendo esa desilusión, que aunque solo lleva media docena de segundos dibujada en los ojos de ese rostro valiente que te mira, a ti te parece que lleva una eternidad pidiendo respuestas. Y no respondes porque nadie te dijo por qué razón no eres capaz de amarle tu también.





Entonces, te das cuenta de que estás siendo tú artífice de un amor no correspondido. Sólo tú podrías borrar esa desilusión que no puedes dejar de mirar. Pero no sabes como. La impotencia te recuerda que esa desilusión te es muy familiar. Demasiado. Y es que ella también se ha apoderado de ti en bastantes ocasiones. Sí. Esa misma desilusión también se ha adueñado de ti alguna vez. Maldita sea ella y malditos esos segundos de impotencia. Ahora que te das cuenta te duele aún más ver esos ojillos mirándote. Sobre todo porque una vez en otro lugar, otro tiempo, otro artífice y otro maldito inicio de amor no correspondido, ellos fueron tuyos.

Así que sí: a mi también me da miedo que me amen, que me miren con esos ojos plagados de desilusión mientras yo sé que no siento nada por ellos. Sí. A mí también me intriga el ser humano y esa extraña capacidad suya de enamorarse de algo inalcanzable. Al final en todas estas historias no hay culpables, pero si que hay daños y dañados, y por eso a mi también me aterra sentir que en mis manos queda algo así. Lo confieso: me asusta enamorar a alguien, aunque sólo sea cuando no puedo corresponderle.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Capítulo 14: Los besos se parecen al vino...


No puedes ni imaginarte en cuantas cosas se parecen los besos al vino.

Para empezar, existen multitud de bebidas alcohólicas que se usan para pasar el rato entre amigos. Su principal función es emborracharte cuanto antes para dejar de ser quien eres,desfasar y ligar como nunca. Vale, no hace falta que os las presente más en profundidad porque creo que la mayoría las conocéis de sobra. Son vuestras compañeras de fin de semana, y son más baratas y efectivas que el vino a la hora de emborracharte.
Estas amigas se parecen mucho a los besos de alquiler en muchas cosas.
Para empezar se buscan para ser aceptado. Si no tuvieras personas que se arrodillan ante ti cuando das doce besos de alquiler en una noche, no lo harías, al igual que si nadie te convirtiera en miembro de un grupo no te beberías seis cubatas y te fumarias dos porros para acabar toda la noche vomitando y sin acordarte de nada al día siguiente. Puede que aunque nadie opinara sobre tu manera de actuar, o aunque esas opiniones no te importaran si regalarías algún que otro beso de alquiler sólo porque se despertaría en ti una curiosidad parecida a la que siente el que nunca ha bebido y ve como otros se divierten entre copas. Pero lo que tengo muy claro es que ni a nadie le gusta vomitar cada viernes, ni nadie es tan psicópata que se dedica a coleccionar besos sin mensaje. Detrás de ambas acciones, queramos o no está la aceptación social. Pero llegará un momento en que nadie decida por ti, y serás tu el que te enfrentes a la vida, así que más te vale empezar a tener criterio propio. Tener criterio propio no significa que no bebas hasta vomitar, significa que si lo haces sea porque tú tienes razones para hacerlo, pero no porque los adolescentes tengan que irse de botellón.

El vino es más difícil que te emborrache, pero con un buen vino sabes que siempre aciertas. Algo parecido pasa con los besos primitivos ¿no crees? Los besos primitivos no son de esos que sueles ir contando a todo aquel que se cruza en tu camino, son besos más bien privados... Sin embargo un beso con mensaje nunca puede dejar indiferente

Hay casi tantos besos diferentes como imagines, y aunque todavía no me has dicho cual es tu beso especial porque nadie parece reaccionar ante la revolución en el mundo del beso propuesta hace dos capítulos, pocos límites se les pueden poner a los besos. Me llama la atención que con los mismos ingredientes (improvisación y dos bocas que se encuentran), se puedan crear muchos tipos de besos diferentes. Esto es igual que el pan, el chocolate,o que los vinos usando prácticamente los mismos ingredientes obtenemos muchísimas variedades diferentes. Esta variedad hace que sea difícil que exista alguien a quien no le guste ningún tipo. Además según las características propias de cada uno son más apropiados para unas situaciones concretas lo que hace que podamos gozar de su presencia día a día. La variedad rompe la monotonía convirtiendo su degustación en un momento en el que reina la incertidumbre y permitiendo a su creador el añadir el factor sorpresa que provocará una acogida muy interesante. No sé muy bien si hablo de besos o de vinos, porque la verdad es que todo lo anterior se puede aplicar a ambos por igual, así que sigamos con el análisis de semejanzas.

Hay algo que me fascina aún más sobre el vino, el pan y los besos. Además de existir cientos de variedades de cada uno, no queda ahí la cosa. En los tres casos siempre hay un toque personal e intransferible de quien lo crea. Aunque se siga una receta al pie de la letra, dependiendo del cocinero el resultado final es diferente, y por eso nunca puedes cansarte de degustarlos.



Además los grandes vinos son los que se degustan tras años de paciencia. Esto en relación con los besos no debe decir que no se deben dar besos a diario porque serán peores que besos para los que has esperado meses, no pretendo que después de haber encontrado a la persona con la que quieres compartir tus besos la tengas a pan y agua con el objetivo de tener un beso intenso al mes...
En el entorno de los besos esta afirmación no es tan radical. Pueden existir besos intensos a diario. Esta comparación es más bien para aquellos a los que le cuesta mantener la esperanza de que aún quedan personas diferentes, o para aquellos que llevan mucho tiempo esperando un beso que no llega...
Yo creo que es importante recordar que algunas cosas mejoran con el tiempo.

Los besos se parecen a una botella de vino porque son irrepetibles, y aunque vengan de la misma cosecha nunca probarás dos iguales. Los besos se parecen al tapón de corcho que cierra la botella pues son un gran recurso para cerrar conversaciones en las que no hay más palabras que valgan. Las manchas que deja el vino en tu corbata se parecen a las huellas que deja un beso en tu alma. No te vale cualquier vino a cualquier precio igual que no te vale un beso cualquiera y solo te vale su beso.


Después de todo he encontrado también algo en lo que los besos y los vinos no se parecen en absoluto. Las botellas de vino se acaban, en cambio los besos perduran al igual que lo hacen las ganas de besar. Si esta sed muere creo que deberías hacértelo mirar.






 

...Paula


Cuanta reflexión propia.

muerde la vida

HAIRCUT from MAMMOTH on Vimeo.