Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

lunes, 27 de junio de 2011

Veintidós o veintitrés horas después de aquel atardecer en el sillón rojo.

La imprevisibilidad de aquella chica comenzaba a ser previsible. En cuanto ella se marchó enfundada en su falda verde aquella mañana de marzo en la que ambos se despertaron acurrucados en el mismo sillón, él supo que en los días siguientes nada cambiaría. No era la primera vez , y probablemente no sería la última, porque cuatro ocasiones como aquella ya se habían presentado,lo que daba pie a una quinta. Sin dudarlo él sabía que al menos tres veces más que aquella había creído ver en los ojos de ella una especie de grito silencioso. Un grito que era tan original por salir de la mirada, como por no sonar a nada. Un grito muy como ella: no hacía caso alguno a las reglas de los demás gritos, quería salir pero sin molestar, quería sorprender pero sin agobiar, quería explorar y vivir y soñar. A él aquel le parecía que era un grito que pedía que los besos desenfrenados sustituyeran lo antes posible a los rituales de la amistad. Incluso cada vez que se presentaba una situación como aquella, creía oír aquel grito callado con más fuerza.
Fuera como fuese, cada vez que ella le dejaba empaparse un poquito de su esencia asimétrica, él notaba como crecían en él una ganas locas de perder la compostura, la cabeza, los acordes y si hacía falta la camisa. No obstante, él sabía que no era aquello solamente cuestión de atracción física, era más bien una especie de química lo que había entre los dos. Se había sentido atraído por tantas mujeres desde la guardería, que sabía detectar sin esfuerzo cuando estaba en medio de una cuestión de aquel calibre. Por lo tanto, sabía de sobra que con miss desastre en persona, había más ingredientes además de la inminente atracción física entre aquello que ya había empezado a cocerse. Y es que, siempre había estado intrigado por saber que escondían realmente aquella maraña de sensaciones que se le presentaban cada vez que algo le recordaba a ella.
Últimamente esa maraña se había instalado de manera permanente en su cerebro,su corazón y sus tripas, pues a cada paso que daba se encontraba con una imagen, una sensación, un olor o un sabor que le recordaban en algo a ella. Además, a menudo, si esto sucedía, a él de daba por pensar en lo asustado que se sintió el día que la conoció. Nunca antes había sentido nada parecido. Se encontró desarmado cuando se dio cuenta de que debía aprender a desenvolverse en un nuevo juego cuyas reglas nunca antes había oído. Nada de lo que había aprendido hasta ahora le iba a servir de nada. No importaba cuantas veces hubiera jugado antes, porque ella no creía que fuera justa la victoria que se consigue tan sólo por azar. Desde el mismo instante en el que la mirada de ella se cruzó con la de él por primera vez, él supo que si quería jugar con ella a su juego, tenía que entender que las reglas se escribirían sobre la marcha. Y es que, en aquel primer cruce de miradas a él le pareció ver a una chica tímida, pero segura, cuya mirada intensa le comunicó que ella estaba fuera de los juegos en los que se te elimina por cuestiones de suerte. Esos ojos que en aquel momento le parecieron casi tan oscuros como infinitos, le contaban que a ella no le gustaba jugar con tramposos, ni mucho menos con aquellos que se comen una y cuentan veinte. Con ella había que poner las cartas sobre la mesa. Era una chica con las cosas claras, y eso le gustaba casi tanto como que tenía los ojos intrigantes. No eran unos ojos impresionantes, pero sí se algo se podía decir de ellos es que eran peculiares. Ella era como sus ojos, si bien tenías claro que eran oscuros a primera vista, muchas tardes parecían querer mostrarte su verdadera apariencia de ojos más claros cuanto más iluminados. Y si un día les visitaba la tristeza solían también ponerse del color de las uvas maduras. Con esta chica y sus ojos, había que jugar cartas propias para aspirar a ganar, pero cuidando el momento idóneo para sacarte ese as de la manga que le hiciera temblar. Era una mujer exigente, pero nunca nadie antes había conseguido hacer de él alguien dispuesto a superarse a mejorar. Y es que, probablemente todos estos detalles infinitesimales eran precisamente los que convertían a su amistad en una especie de oruga en metamorfosis que quizás algún día fuese mariposa.

Pensaba también en la impotencia que le inundó aquellos primeros meses, y que aún hoy venía a visitarle cada vez que él intentaba comprender lo que ella le contaba en un idioma más complejo si cabe que el chino aliñado con un toque de acento ruso. Pero sobre todo, pensaba en como ella había conseguido enseñarle que a veces tiempo y paciencia consiguen dejar en la cocina impregnado el olor de las galletas para siempre, porque todo el mundo es capaz de comprar un paquete de galletas en el supermercado si dispone del dinero, pero quien se las cocina las disfrutará más. Y ya puestos a cocinar, hacerlo a fuego lento es lo más sabio, porque no merece la pena que por ahorrar tiempo acaben todas churruscadas.
La música era casi la mitad de la vida de él,pero a día de hoy tocar la guitarra significaba imaginársela sentada en el sofá rojo tratando de concentrarse en las cuerdas. La guitarra se había convertido así,a lo largo de los días, en un espejo que reflejaba esa cara tan divertida que ponía esa chiquilla cuando, por talento o por casualidad, te soltaba una pregunta sumamente aguda.
Él no había logrado entender como, sin ser más que dos amigos, todo aquello era posible. Tampoco le cabía en la cabeza pensar que habían dejado de importarle las etiquetas o los comentarios del resto de sus amigos. Pero ha decir verdad eran esos síntomas de que había aprendido a tomarse la vida con filosofía. Porque juntos se merendaban las tardes con música endulzada con filosofía. Y aunque todavía habían sido bastante escasas, filosofía tarareada, chillada o incluso ahogada, se había hecho hueco al menos un ratito, en todas y cada una de aquellas tardes. Además, aunque ella nunca lo había confesado, él sabía perfectamente que su condición de semimúsico a menudo provocaba en el interior de aquella chiquilla una reacción en cadena que acababa por hacerle un nudo marinero en el estómago. Nadie había tenido que decírselo nunca, porque él había aprendido a leerle los ojos a la perfección. Y sus peculiares ojillos le transmitían que si ella ya estaba bastante tarada de fábrica, no era sino él quien agravaba esa locura.

Sólo habían pasado veintidós horas, veintitrés a lo sumo, desde que se la encontró recostada en el sillón rojo mirando el atardecer, pero se le estaba haciendo la tarde eterna entre tanto pensamiento.
Por un lado la experiencia le decía que, predicando su ejemplo de chica poco corriente, la próxima vez que coincidieran en alguna parte ella actuaría como otro día cualquiera. Era especialidad de la casa actuar con naturalidad, cosa que podía no entenderse desde fuera por no ser parte de lo que todo el mundo hace. Y es que, a estas alturas, él ya no se desconcertaba por las supuestas actuaciones a contracorriente de aquella señorita desastrosa, porque creía haber entendido que ella tenía su por qué para no dejar a nadie entrar atropelladamente en su vida.

Se fue al sillón rojo a pensar, con la esperanza de que allí lo vería todo más claro. Oía ese grito, que supuestamente ella le había lanzado la noche anterior, retumbando en su cabeza. Sentía además la necesidad de arriesgarse más que nunca, e incluso llegó a plantearse que esta vez no era como las demás, y que no iba a ser capaz de actuar como si nada. No esta vez. Quiso llamarla, pero en lugar de eso cerró los ojos e imaginó lo mucho que se enturbiarían las cosas entre ellos si él cogía y le soltaba todo por teléfono. Se sintió cutre por un momento, y comprendió que debía esperar, y sobre todo no planear lo que iba a pasar la próxima vez que se encontraran. Sin embargo,no fue capaz de dejar de darle vueltas a aquel suceso en el que se entremezclaron el atardecer, una falda verde y una guitarra cogida por cuatro manos en la oscuridad.
Le dio por imaginar como sería un juicio entorno a aquel caso, y cayó en la cuenta de que sin testigos de por medio, lo que había sucedido tan sólo veintidós o veintitrés horas atrás, era completamente subjetivo. Es decir, sin poder contar con todo lo que había pasado por la cabeza de ella, nunca se podría alcanzar una sentencia justa. Por está razón, consideró que si hubiera tenido que nombrar a un testigo que pudiera dar una prueba objetiva de todo aquello que se estaba cociendo entre doña torpeza encarnada y míster casimúsico ese podría ser sin lugar a dudas el sillón rojo. Y aunque sabía que el sillón no estaba capacitado para declarar en aquel juicio, a él le pareció sentir que si éste hubiera podido hablar, hubiera estado indudablemente de su lado.


Se recostó lo más horizontal que pudo y cuando apoyó la cabeza se clavó algo en la nunca. Cuando se dio la vuelta comprendió que lo que se acababa de clavar era un sujetador. Esa especie de corriente eléctrica que le había surcado la espina dorsal la noche anterior subió de pies a cabeza cuando cayó en la cuenta de quien era ese sujetador. Lo miró con algo de curiosidad unos instantes, y de repente se le vino a la cabeza la imagen de su silueta desnuda tratando de buscar las mangas a la sudadera. Le entraron ganas de reír cuando se dio cuenta de lo mucho que le gustaba que derrochara torpeza por los cuatro costados. Si le hubieran preguntado como era ella probablemente se hubiera saltado la peculiaridad de sus ojos, porque sin lugar a dudas era necesario mencionar que ella era una chica que convertía en divertidas, e incluso elegantes todas las situaciones en las que mostraba a la luz su torpeza. Él hubiera dicho de ella que ante todo es extraordinariamente torpe, pero que nunca antes había admirado tanto a nadie en mitad de una torpeza.
Manteniendo en la mente la imagen de esa espalda a la luz de la luna y esa preocupación por terminar de ponerse la sudadera, decidió que devolverle el sujetador era la escusa perfecta para verla. Estaba ya decidido a llamar cuando oyó a lo lejos una moto que se acercaba. Pasados poco más de diez segundos, entró ella. Trataba de aparentar que estaba indignada, pero como de costumbre sus ojos le delataron diciendo que se alegraba de verle en el sillón rojo:

  • Hola señorita, me parece que tengo algo muy tuyo- dijo alzando el sujetador
  • ¿No me digas? Ni me había dado cuenta. ¿Y sabes quien no se ha dado cuenta tampoco? Mi madre, que al poner la lavadora ha mirado una por una las prendas que llevaba ayer a ver si faltaba algo. Y mira que casualidad que faltaba el sujetador. Y claro como no se ha dado ni cuenta, tampoco se ha enfadado ¿sabes?- dijo tirando del sujetador con fuerza hacia si. Él no lo soltó a pesar de los repetidos tirones de ella.
  • Pues yo no veo tanto drama en que como fan mía me hayas regalado un sujetador en uno de tus arrebatos de enamoramiento de un músico de mi categoría- bromeó tirando del sujetador y haciendo que ella lo soltara.
  • Pero ¿qué haces? Que sea una olvidadiza no significa que te haya donado ese sujetador ¿sabes?
  • Ya,ya. Y me voy a creer yo que ha sido una casualidad que se te haya olvidado aquí justo tu sujetador más sexy- dijo para disfrutar de aquella chiquilla fuera de sus casillas- Que pillina eres, lo has puesto estratégicamente aquí para que yo me topara con él y no tuviera más remedio que pensar en ti. Pues ¿sabes qué?he de reconocer que lo has conseguido, pero no ha sido sólo culpa de este sujetador...
  • Como no me lo devuelvas ya, te voy a pegar un cacho de mordisco que …
  • ¡ Eh, leona! No es necesaria la fuerza bruta. Sólo intento que veas que no es normal que tu madre se piense que has hecho cosas que no has hecho sólo porque haya un sujetador que no aparezca. Es más, si se sulfura por algo así conociendo la extraordinaria capacidad que tienes para perder todo lo que tocas, es que le asusta que su hija se esté haciendo mayor. Sino has hecho nada de lo que sospecha, no le des la razón buscándolo como si te hubiera pillado. Aunque, de todas formas no estaría mal que tu madre tuviera razones para pensar lo que piensa,y estarás de acuerdo conmigo en que...- no acabó la frase, pero añadió entre una risilla- nada mal.
  • ¿Qué pasa? ¿que quieres pelea? Sabes que no me hace gracia que hables de esas cosas como si estuvieran a punto de producirse...
  • ¿Qué cosas? Yo no soy capaz de pensar en ninguna actividad que se haga sin sujetador que sea mala...
  • Ves, ya estás otra vez...
  • Vamos a ver, me imagino que tú, como todas las mujeres, dormirás sin sujetador, y que yo sepa no hay nada más sano en el mundo que dormir.- Seguía con el sujetador en la mano, y ella permaneció en silencio con cara de pócker.- No tienes razones para enfadarte. Es más igual deberías de quedarte aquí esta noche a dormir para que yo vea si tengo razón en eso de que las mujeres dormís sin sujetador...
  • ¿Tú crees? Yo más bien creo que eso es lo que te gustaría a ti, pero como no voy a ser yo la única que salga mal parada de todo esto, mejor duermes tu solito. Y si no te da la gana de darme el sujetador, me parece estupendo, pero no esperes...
  • Shhhh- Él le tapó toda la boca impidiendo que siguiera con el sermón.- Deberías de saber que cada vez que intento picarte lo hago porque estás bastante guapilla cuando te mosqueas. Y no es que no quiera que te quedes, pero te conozco, y no es la mejor estrategia pedirte que lo hagas. Tengo que hacerte una pregunta, pero sólo si te tranquilizas y me contestas con un grado de cero rencor.
  • Pues no te prometo nada, pero igual el hecho de que me vayas a devolver mi sujetador ayude un poco.
  • Tienes que decirme por qué no dejas a la mayoría de los chicos que jueguen contigo
  • ¿ Te refieres a por qué me cuesta tanto abrirme con una persona?
  • Si eso es.
  • Creo que lo que me pasa es que veo que a mi lado hay demasiada gente que se vale de la aprobación de otros para actuar. Además, hace un tiempo oí que “los hombres se enamoran de lo que ven, y las mujeres de lo que oyen. Por eso las mujeres se pintan, y los hombres mienten” Y a decir verdad esto ha ocurrido así en casi todos los casos que me he encontrado en mi vida. Yo no digo que no pueda haber excepciones, porque de hecho creo que si hay algo que yo busco es precisamente una de esas excepciones. Pero hasta donde yo sé, hay demasiados hombres que se dedican a actuar de forma distinta con sus amigos que con sus parejas en función como les convenga. Y como de esos te encuentras como churros, supongo que la solución que yo he aplicado es cerrar radicalmente la barrera hasta que alguien esté dispuesto a saltarla...
  • Bueno, está claro que razón no te falta. Pero yo creo que tendrías que confiar más en que hay personas que pueden asombrarte. Además si lo piensas un segundo, tu nunca te maquillas, por lo tanto es lógico pensar que también existan hombres que no mienten. Que quieres que te diga, pero justo delante tienes a un aspirante a estrella del rock que desde que se dio cuenta de que vivir al bollo es absurdo, vive siendo auténtico. No quiero echarme flores, pero aunque tengo mis baches, yo nunca te miento. Deberías saberlo. Además, no me negarás que tu también te enamoras bastante por lo que ves. Vamos, puedo hacer la prueba de algodón ahora mismo- decía mientras se levantaba la camiseta.- dime que no te gusta lo que ves...
  • No puedo decirte que no me gusta...
  • Ves. Si es que somos un par de excepciones excepcionales. Y nunca mejor dicho. Nunca creí que diría esto, pero lo mejor que tienes es que eres más natural que un yogur. El maquillaje sólo ocultaría lo que eres, y me gusta que hayas decidido no llevarlo.
  • Y a mi me gusta que me digas que eres una excepción en eso de mentir sin ton ni son. Sin embargo, veo por donde vas, y me temo que aunque seamos dos excepciones, el sillón me ha confesado antes que cree que será mejor que no demos por hecho que ahora lo que toca es un beso de esos de película, porque en realidad ahora me toca decirte que como no vuelva enseguida con mi sujetador a casa, sólo me darás un beso en toda tu vida, porque mañana ya no tendré cabeza. Así que me temo que tengo que irme.

Ella intentó escabullirse con todo el morro del mundo, pero él no estaba dispuesto a quedarse una quinta vez con la miel en los labios. Así que añadió:

  • Mira por donde que a mi me gustaría que me mintieras si es necesario para escucharte decir que te mueres de ganas de enseñarme si las mujeres dormís o no con sujetador.
  • No tengas tan claro que tendría que mentirte para decirte eso- Se acercó a él peligrosamente y le susurró- Pero si lo hiciera tendría que matarte, porque no te soportaría con lo crecidito que te pondrías si lo admitiera. Así que de momento tendrás que quedarte con la incertidumbre.
Sonrió como ella sólo lo hacía a modo de despedida. Después se giró y se fue. A él le pareció que el barco iba viento en popa a toda vela, pero lo hubiera gustado que la tercera noche en el sillón rojo hubiera sido la vencida.




pd: su condición de semimúsico indudablemente facilitaba las cosas, pero estaba claro que con ella nada era fácil.

Pauli
4/4/11

martes, 21 de junio de 2011

Capítulo 12: Lo establecido es aburrido. Crear historias que nadie más pueda entender, y besos que te den más que placer.

Hoy he estado hablando con diciembre sobre la capacidad de creación.
Me ha dicho algo que se ha quedado toda la tarde dando vueltas por mi cabeza: los creativos mueren poco a poco en esta sociedad perezosa...
Vivimos deprisa. Tanto que al hecho de que nadie se atreva a exponer sus ideas se suma la falta de tiempo. No se piensa por pereza a pensar, no se ama por pereza a inventar.

Algunas historias nacen en la ilusión, y cuando mueren los protagonistas se dan cuenta de que esa historia fue bonita, pero que realmente no tuvo nada para diferenciarla de las demás. Sé que suelo explicarme fatal, pero de lo que estoy hablando es de ese momento en el que las cosas se acaban por las razones que sean, y uno de los protagonistas se pone a pensar en que es lo que va a diferenciar esa historia de las demás vividas o de las que vivirá a lo largo de su vida. Cuando después de mucho pensar va y se da cuenta de que ni ha sido una historia diferente de esas que si Woody Allen la pilla la lleva a la gran pantalla, ni hay nada que haga diferente de las demás. Es entonces cuando inevitablemente se pregunta si ha habido amor en esa historia. En realidad sabe que tendrá siempre en mente buenos recuerdos, que la historia ha servido para mantener su sonrisa durante un tiempo, y además sabe clarisimamente que ha querido a esa persona, pero lo que no sabe es si esa historia quedará en su memoria como única.





¿Por qué nos pasa esto?
Abre los ojos de una vez... Cada día me entristece más ver como todos somos marionetas que no hacemos más que seguir un guión que alguien escribió y del cual pocos pueden salir.
Viajemos al pasado. Estas en Francia, y que conste que no hay mejor lugar para desvelar los secretos del amor, o al menos eso nos quieren vender, en 1788. La vida es muy injusta. Eres burgués. A tu alrededor solo ves autoritarismo, tristeza, falta de esperanza, matrimonios por conveniencia, inmovilismo estamental, injusticia, pocas expectativas de futuro y una serie de personas que son las que manejan todo el cotarro a costa de injusticias para otros. Imagina que todas las personas que conoces están allí. El clima se respira tenso, y gracias a que sabemos por adelantado la historia sabemos que Francia está en vísperas de estallar en revolución.
¿realmente crees que todas las personas que conoces estarian dispuestas a luchar por la libertad?
¡pero si la gente no piensa! La gente vive viviendo lo que hay que vivir porque todos viven así, pero no piensa. Cree que las historias de amor deben empezar como en Hollywood y acabar con todos los trapos sucios fuera...

¿Y por qué tiene que ser así? ¿QUIÉN HA PUESTO LAS REGLAS? ¿Acaso hay alguien que vigile que no se hace trampas?
NO.
Claro que no.

Lo mires como lo mires, la gente no piensa. Aveces es porque no tiene tiempo para pensar... pero la mayoría no. La mayoría de las veces no es por eso...
La moda de no pensar es así principalmente por pereza. Definitivamente de ser nosotros los burgueses franceses habríamos cambiado el curso de la historia. Nadie habría luchado por lo que quería con el simple pretexto de que lo mejor es hacer la pelota a los que establecen las reglas del juego para poder optar a disfrutar de una serie de derechos en el futuro. Bueno, hasta cierto punto ¿qué más da que nosotros no hubiéramos luchado no? Ya lucharon otros por nosotros en su momento y nos consiguieron la libertad que tenemos ¿no? ¿que más queremos si ya nos lo han dado todo hecho? Ya esta inventado todo lo que necesitamos, pues a vivir la vida, a disfrutar, porque el placer y el dinero son los que nos mueven...
¿nadie se da cuenta de que esa pereza que todos tenemos nos la han creado?

La mejor manera de que no pensemos es hacernos creer que somos felices y así nunca nos revelaremos contra lo establecido porque se ajusta a lo que creemos querer: dinero, placer, apariencia y poder.
¿Es eso lo que quieres tu? Yo no.
Yo quiero ser feliz.
No puedo darte la receta para que lo seas. Pero puedo intentar que veas que el placer te da la felicidad un tiempo, y puede que sea un tiempo muy largo, pero que cuando te pones a pensarlo te das cuenta de que es algo accesorio...
Es un poco triste el ejemplo que se me ocurre, pero es una buena forma de ver que no solo me refiero a las historias de amor, sino a todas las relaciones significativas en tu vida.
...Meditando sobre todo esto de pronto he pensado en mi padre. Yo tengo mucha conexión con él y estoy segura de que todo el mundo tiene personas en su vida con las que habla de cosas que no se hablan con las demás personas. Para mi una de ellas es mi padre.
Si yo me muriera mañana, y pudiera decirle un último mensaje, para que el supiera que soy yo realmente la que le manda el mensaje le saludaria como solo a él suelo saludarle, le diria cosas que solo el sabe que pienso, le diría todas las palabras que se inventa cuando no sabe como explicar una cosa, o las cosas que él puede hacer y los demás no.
Nunca se me ocurriría decirle algo que hace él como todos los padres, y tampoco le contaría algo que cualquiera puede saber... tendría que contarle algo que nadie más en el mundo sepa. Lo que haría sería contarle algo que solo lo hallamos creado para nosotros.

Cuando piensas en una relación y quieres ver que pequeñas cosas hacen esa relación diferente te das cuenta realmente de lo importante que es no caer en la rutina. Construir una relación empieza con confianza y sigue con creación. CREAR cosas que nunca han existido desafiando los límites conocidos harán que recuperes opinión, que seas capaz de sentir lo especial de una relación y que ésta nunca muera.
Te estoy proponiendo una revolución...
algo que va más allá de las historias de amor que nos han vendido como son...

Tu herramienta más poderosa es la imaginación...
y debes recordar que la historia de amor no entiende de nada establecido, porque si se construye desde los cimientos con la creación la historia será única e irrepetible.

Puedes empezar por inventar un beso,
será muy sugerente nunca saber lo que esperar,
cada día será diferente,
y nunca en la rutina te vas a enterrar.

Revolución solo por dejar lo material que nunca llena y llenarte la cartera de ideas y experiencias que nadie más podrá vivir...
No hay nada bien y no hay nada mal porque tu eres quien creas todo.
Que no es a PARÍS donde hay que viajar.

Revolucionemos el mundo del beso,
olvidemos lo que otros piensen y apostemos por nuevas iniciativas,
sorprendamos a los que queremos,
inventemos cosas que solo por parejas sabemos,
no intentemos ser el que más besa, sino el que besa con más arte.




Que somos artistas! y el amor un lienzo en blanco sobre el que expresar como nos sentimos.
¿Como es tu beso diferente?
¿Es un beso a distancia d esos que tanto necesitamos cuando estamos lejos? ¿Es un beso sabor a arándanos porque te has hartado de las bocas de fresa? ¿Es un beso con sorpresa que esconde una nueva regla en tu juego? ¿Es un beso que escribe como tiza en una pizarra un te quiero en blanco puro? ¿Es un beso con burbujas, de esos granujas que quieren pasar al siguiente nivel? ¿Es un beso entre sábanas que te anima a despertar? No es un beso de mucha gente, es tu beso diferente.
- Creemos besos en los que creer, eliminemos tópicos en los que caer, que la rutina no te secuestra si sabes combinar amor, invención y placer-





...Paula

Cuanta reflexión propia

jueves, 16 de junio de 2011

Capítulo 11: Creo que es verdad eso del punto de no retorno...

Llegados a un punto no hay vuelta atrás. En los agujeros negros cuando no respetas la distancia mínima de seguridad entras en su campo de absorción. Ya no puedes escapar. Acercarte demasiado puede ser muy peligroso. Está claro que quien juega con fuego se quema..
Si vas vagando por el universo y de pronto te da por investigar, por experimentar nuevas sensaciones, y traspasas la zona mínima de seguridad puede que acabes dentro de un agujero negro sin poder salir. No te estoy dando una clase de astronomía ni nada parecido... intento ver un agujero negro como si fuera una droga a la que no te puedes resistir. Y es que esta teoría del agujero negro es aplicable a todas las drogas, pero muy especialmente a una: a los besos.




Cuidadito con traspasar la distancia mínima de seguridad, porque llega un momento en el que no hay vuelta atrás. Cuando estas sumamente cerca de alguien que te deja sin aliento, tan cerca que si le miras a los ojos parece que tienes frente a ti a un cíclope que te mira sonriendo, es muy dificil salir del campo de gravitación de los besos porque te atrapa. La tentación te invade hasta tal punto que sabes que ese momento que estas viviendo justo antes del inevitable beso es casi más especial. Te mira y sus ojos brillan. Y rápidamente la tentación se hace insoportable, algo superior a ti y te rindes ante ese beso.
Sabes que pasa? Que cuando un beso se avecina la improvisación te domina. Y si en medio de una conversación aparece el silencio porque las palabras ya no tienen nada que decir, notas que tienes que contar otro mensaje en el que no hay palabras que valgan,y simplemente pasa. No hay que buscar las razones, no hay que buscar los porques, y no hay que pensar. Eso es lo más importante. No hay que pensar. Si piensas te aseguro que empezarás a darle miles de vueltas. Es común que las personas se pongan a pensar después de un beso y la caguen. Algunos piensan que el beso ha sido un error que ha jodido toda la confianza que habíais construido juntos y que ha significado un paso para atrás, otros comienzan a pensar en la posibilidad de empezar una relación, de presentarle a sus padres, de casarse de tener hijos, de tener nietos... bueno, igual no tan exagerado, pero si que llenan su cabeza de pensamientos sin contar con los sentimientos del otro, otros piensas sin parar sin entender que pudo fallar que eso nunca debería haber pasado...
pero ha pasado, ha pasado y eso nadie lo cambia porque ni se puede viajar al pasado ni existe algo que borre los recuerdos del cerebro como hacían los men in black... asi que para de pensar, no pienses, dejate llevar! Que no hay que pensar, que hay que sentir. Hay que buscar dentro olvidándote de que tienes cerebro e intentando descifrar el mensaje del beso, si es que lo ha tenido.

Hay que saber diferenciar entre besos que aparecen así sin avisar por el deseo de probar que sin saber porque en un momento dado te hace perder el control, y besos que te dicen: hacía mucho que nada me llenaba tanto, te quiero.
sin amor todos los besos son el mismo, porque son todos una prueba en la que realmente poco te importa que ese beso no tenga significado.


...Paula
Cuanta Reflexión Propia

martes, 14 de junio de 2011

Asusntos serios en la guarderia :D. Bendita inocencia.

Hoy me he despertado con ganas de escribir. Pensarás que eso no es novedad alguna, pues escribir ya es parte de mi día a día, y que hoy tuviera más ganas de hacerlo no tiene nada de fascinante. Pero en realidad hoy no ha sido como los demás días, ni voy a escribir esta historia como he escrito todas las demás. Normalmente hasta que no me encuentro delante de una hoja en blanco no empiezo a ordenar mis pensamientos para plasmarlos en el papel. Casi siempre, me limito a buscar que quiero contar, y a partir de ahí la historia se escribe sola. Pero esta vez no va a ser así. Esta vez creo que no escribo, o al menos que no invento.
Esta mañana me he despertado y tenía un montón de imágenes en mi cabeza. Me invadía la sensación de haber estado toda la noche soñando algo muy intenso. He ido derechita hacia el salón tratando de recordar de que se trataba el sueño, y me he dado cuenta de que podía reconstruir la situación casi al completo sin problema. Parecía algo demasiado coherente para ser un sueño, porque nadie sueña días normales en los que todo lo que pasa podría ser perfectamente real. Así que he entrado en la cocina, y como cada mañana, me he puesto a hablar con mi madre. Cuando me he puesto a describir las personas que aparecían en el sueño, y que yo creía no conocer, mi madre me ha dicho que eso debía de ser un recuerdo, porque esas personas a las que había descrito se parecían bastante a mis amigos de la guardería. Me ha impactado mucho esta situación. Por esta razón, cuando he llegado a casa he pillado por banda un álbum de fotos de aquella época en la que he conseguido encontrar a gente que me resultaba familiar.
Haya sido sueño, o recuerdo me ha llamado mucho la atención que hoy se haya presentado en mi cabecita sin avisar. Que caprichosos son los recuerdos. un día aparecen tan nítidos que podrías describir hasta el más mínimo detalle algo que parecía estar borroso y olvidado en tu mente. Y en ocasiones se entrelazan entre si dando lugar a situaciones irreales en tus sueños.

En definitiva, no estoy segura de haber vivido en primera persona esta historia, ( principalmente porque de ser así tuvo que desarrollarse cuando sólo tenía dos añitos), pero aunque sólo sea que alguien la ha escrito en mi cabeza para que pueda contarla, voy a hacerlo. Espero que os inspire tanta ternura como me ha inspirado a mi ahora que he reconstruido todas las piezas del puzzle...


El escenario fue una guardería. Los protagonistas no sabían mucho de la vida, pero sí sabían como divertirse los dos juntos. No tenían ni idea en que consistían los “juegos de mayores” que provocaban que todos se quisieran parecer tanto, pero sí sabían como arreglárselas para jugar con la plastilina y las ceras o a ser un superhéroe con el abrigo a modo de capa. Debían de ser novios, porque en la guardería todo amigo importante se convierte automáticamente en tu novio, y no tienes ningún problema de proclamarlo a los cuatro vientos. Fuera como fuese, estaban haciendo un castillo de arena en el patio cuando se pusieron a hablar seriamente:

  • Este es nuestro castillo.- dijo él mientras amasaba bien la última torreta.
  • Tenemos que construirlo bien, bien para que algún día podamos vivir en él.
  • Yo soy el príncipe, así que supongo que si tu eres la princesa tendremos que casarnos.
  • Yo no puedo casarme.
  • ¿ Por qué? Tu eres mi novia. Los novios se casan. Además vamos a tener castillo y todo.
  • Ya lo sé pero yo he oido a mi mamá decir que sólo es bueno que me case cuando encuentre a “un hombre hecho y derecho” ,y no sé que es eso, pero creo que mi mamá me explicó que un chico que no tiene bigote nunca puede serlo.
  • Entonces, ¿ Cuando tenga bigote podrás casarte conmigo y podremos vivir aquí los dos juntos?¿ Crees que tu mamá se enfadaría si te casaras con un chico sin bigote?
  • Si. eso creo. Creo que eso es importante para ella. Aunque mi papá no tiene bigote, así que creo que después de que nos casemos podrás quitártelo.
  • Que cosas hay que hacer para ser mayor.



Llegó la hora de la merienda, y tuvieron que dejar su obra arquitectónica para después. Él no se lo pensó dos veces: cogió el vaso de leche, bebió un sorbo grande se giró y dijo:


  • Mírame. Ahora tengo bigotes de leche. Creo que ya soy “ un hombre hecho y derecho” así que podemos casarnos, y después ya podré quitarme el bigote.



Ojalá esa locura y esa ternura que teníamos no haya muerto y pueda salir a la luz cuando nos enamoremos. Ojalá.



Pauli.
4/03/11


martes, 7 de junio de 2011

Lo que ocurrió otra noche en el sillón rojo

El ambiente estaba cargado de impotencia, y las nubes se encendían rabiosas en el fuego del atardecer. Era viernes, hacía frío, y la tierra estaba mojada. Sus ojos no sabían si ella quería que ellos lloraran para hacerle un pulso a las nubes, o si lo que su corazón pedía realmente a gritos era chillar hasta quedarse ronca. Sin embargo, no lloró y no chilló. En contra de lo que ella misma había aconsejado tantas tardes de diciembre, se lo guardó todo dentro con las esperanzas de que aquella maraña de dolor no explotara haciéndole caer sobre esa tierra mojada. De repente no le importó lo más mínimo lo mojada que estuviera la hierba de esa cuestecilla que nace justo delante de la cristalera, así que decidió tumbarse en ella mojándose las medias, la falda, el pelo y las cejas. Quiso fundirse con esa hierba, desaparecer para siempre. Pensó que quizás esa falda verde que descansaba sobre sus caderas podría ayudarle a fundirse con el paisaje, a pasar desapercibida, a camuflarse y a pertenecer por un rato a la naturaleza. Dejó la mente lo más blanca que pudo, pero algo no le dejaba conseguirlo. Cansada de intentarlo decidió que un paseo en moto podría sentarle bien. Dio un paseo sin rumbo. El viento le daba fuerte en la cara. Siempre le había agobiado bajarse la visera, pero es que además aquel viernes lo último que necesitaba era sentirse encerrada. Aceleró lo más que pudo como si quisiera escapar de un perro rabioso. Sin embargo, nadie le perseguía, y en las calles inhóspitas de viernes por la noche sólo se encontraban su moto, su figura y su pena.
En mitad de una recta, sin apenas avisar, se le dibujó una media sonrisa. Como por arte de magia le vino a la cabeza una idea para transformar esa sonrisa en una sonrisa entera, y aunque lo más probable era que tan sólo fuera una locura, no pretendía demostrarle a nadie que estaba cuerda. Sabía perfectamente que sólo en el sillón rojo podría recuperar la otra parte de su sonrisa incompleta, así que se dirigió hacia allí con el rostro inundado por aquella mueca.



Cuando llegó, el sol todavía estaba bastante encima de la montaña, y los tonos anaranjados, rojos y morados pintaban el paisaje a su antojo. El sillón estaba húmedo, pero sólo era agua que se mezclaría con las gotitas que la hierba dejó previamente en su falda. Así que con su habitual falta de glamour se tumbó en él a observar con detenimiento la playa. No pudo evitar pensar en todo lo que él le había contado sobre aquel sillón y su vista, porque aquellas palabras calaron bastante en su alma. Quiso pues buscar una historia sobre la que escribir entre aquellas olas que chocaban bravas contra los barcos del puerto, y sin darse cuenta empezó a sonreír mientras el sol ya se marchaba. Aquel sol, y una luna tímida que apenas empezaba a dibujarse la hechizaron hasta tal punto que no advirtió que alguien llegaba por detrás. En realidad no supo que no estaba sola hasta que él le tapó los ojos pillándola por sorpresa. Supo que era él porque olía mucho a él, pero cuando iba a destaparle los ojos ella puso sus manos encima impidiéndole hacerlo. Él atónito y desconcertado por la situación comenzó a hablar:
  • ¿Qué hace una chica como tú en un sillón como este, empapada y queriendo tener los ojos tapados?
  • Necesitaba venir aquí. Necesitaba confiar que el sillón rojo podría hacerme desconectar . Pensaba que me habías dicho que podía venir aquí cuando quisiera, pero si quieres me marcho...
  • Shhh. Es sólo que si te tapo los ojos no vas a poder ver tu primer atardecer sentada en el sillón rojo.
  • Si te sientas conmigo, te dejo que me los destapes.
  • Claro, pero antes ¿no crees que deberías cambiarte de ropa? Estas empapada, y vas a ponerte mala. Voy a por una sudadera y te quitas al menos la camiseta, que en esta casa hay sudaderas lo suficientemente grandes para taparte enterita y que recuperes un poco la temperatura.
  • Ni hablar, tu te quedas aquí conmigo hasta que el sol quiera irse. Además tampoco tengo tanto frío.
  • Estas loca. Pero bueno, me quedaré hasta que se vaya.

Contemplaron el cielo en silencio unos cinco minutos hasta que el Sol comenzó a esconderse, fue entonces cuando ella comenzó a sentir que la ropa mojada comenzaba a hacer de las suyas. El chico le tocó las manos para comprobar su temperatura. Se dio cuenta de que estaba fría como un témpano y no pudo evitar ponerse serio. Dio un salto y se dirigió hacia su casa. Volvió enseguida con una sudadera y una toalla en una mano y una guitarra en la otra. Le dio la sudadera y la toalla y se sentó en el sillón a afinar la guitarra.

  • Toma. Puedes cambiarte en mi casa si lo prefieres.
  • No quiero molestar, es tarde. Me cambiaré aquí si prometes no mirar. Aunque de todas formas pensaba darme la vuelta.
  • Como quieras. Te prometo que intentare no mirar, aunque ya te he visto miles de veces en bikini.
  • Bueno, pero me pone nerviosa que se me queden mirando- decía mientras se daba la vuelta y se quitaba la camiseta.
  • ¿A sí?¿Te pone nerviosa? Entonces igual debería de mirar un poquito.. - decía mientras miraba de reojo- pero sólo para sacarte de quicio y esas cosas, que ya sabes tú que es una de mis aficiones.- Ella había acabado de secarse el pelo, y trataba por todos los medios de buscar las mangas de la sudadera para dejar su pecho desnudo el menor tiempo posible. Sin embargo, su amiga la torpeza convirtió aquella escena, que él miraba por encima del cuerpo de la guitarra, en una situación divertida de la que no pretendía perderse detalle. Al fin logró ponerse la sudadera, y se dio la vuelta rápido tratando de cazar la mirada indiscreta de él, pero no lo consiguió. Se sintió un poco confusa porque habría apostado el brazo a que al girarse se habría topado con su mirada infraganti, pero los reflejos de él le permitieron que diera la sensación de que llevaba todo ese tiempo afinando la guitarra. Él se dio cuenta, pero consideró que antes de hablar sobre ello debían hablar sobre otras cosas:
  • Oye señorita,¿por qué has venido aquí un viernes por la tarde? ¿Hay algo de lo que necesites hablar?
  • No era nada que el sillón rojo no pudiera solucionar, así que ya que lo he olvidado prefiero no hablar sobre ello.
  • ¿Estas segura? Aquí tienes un hombro sobre el que llorar, o un hombretón al que abrazar...
  • No quiero llorar más, porque si lo hago voy a secarme. Y respecto a ese abrazo del que me hablas, deberías de saber que para la chica que está sentada en este sillón éstos siempre son bien recibidos.

Estuvieron abrazados unos instantes saboreando el momento en los últimos instantes de aquel atardecer. Aquella situación era extrañamente agradable, sin embargo él se separó sorprendido por lo mucho que ella tiritaba:

  • Estas tiritando muchísimo. Tenías que haberte cambiado antes chiquilla. A veces me sorprende la intensidad con la que quieres vivir las cosas que te pasan por pequeñas que parezcan y sin pensar en las consecuencias, mientras que otras veces puedes tirarte una semana dándole vueltas a un mismo tema para tomar una maldita decisión insignificante.
  • No tirito sólo de frío.
  • ¿Se puede tiritar de más cosas?
  • ¿Quieres que te enseñe de que más se puede tiritar?
  • Por supuesto, me muero por saberlo- dijo con una mirada entre pícara y desafiante.
Ella decidida a ser una buena profesora , se dispuso a dar su clase práctica de sensaciones. Levantó la mirada y clavó sus ojos en los de él. A continuación se acercó despacio, y cuando estaba lo suficientemente cerca se remangó la sudadera y subió su mano por la espalda de él. Aquello tan sólo era una clase práctica de sensaciones, con el único propósito de transmitirle lo que ella había sentido al abrazarle, sin segundas intenciones camufladas. Sin embargo no era difícil adivinar que no era una casualidad que a ambos les encantara estar cerca del otro. Él tenía los ojos cerrados, ella exprimía la situación para contarle sin palabras como una corriente recorría a menudo su espina dorsal en ese tipo de momentos. Una vez llegó a su cuello se separó y se decidió a preguntar si había comprendido bien lo que ella quería transmitirle:
  • ¿Has sentido algo?
  • Me has puesto los pelos de punta. ¿ Cómo haces eso?
  • Parece mentira que me lo preguntes cuando hace unos instantes tu has hecho lo mismo conmigo.
  • ¿Y que narices quiere decir que podamos helarnos la sangre mútuamente con tan sólo un abrazo o un dedo que surca una espalda?
  • Supongo que sólo quiere decir que nunca me había abrazado ningún semimúsico con la guitarra en la mano, porque como ya sabrás los músicos son mi debilidad. Y respecto a ti, digamos que igual yo jugaba con ventaja porque tenía la mano tan fría que era difícil no conseguirlo.
  • No digas estupideces, sabes de sobra que...
  • Shhhh. No digas nada. Sólo quería sacarte de quicio. Ahora estamos empate.
  • Entonces...
  • Shhh entonces nada. Buenas noches. Mañana me iré pronto y ni te enterarás, pero ahora vete a tu cama.
  • Pero ¿qué dices?¿ Vas a quedarte aquí a dormir? Ni hablar, entremos dentro y te apaño una camita en un momento.
  • Esto no será lo mismo si no me quedo en el sillón rojo. Puedes pensar que estoy loca por querer dormir aquí en pleno mes de marzo, pero si hay algo que necesito esta noche es hacer lo que realmente quiero yo sin pensar lo más mínimo en lo que los demás esperan de mi. Así que como probablemente mi madre esté pensando que dondequiera que esté seré responsable, hoy he decidido que no quiero serlo. No es que quiera ir de rebelde para demostrarle a nadie que puedo serlo, es sólo que estoy harta de perderme cosas estupendas como una noche bajo la luna porque eso no esté permitido. Es que yo no le hago daño a nadie quedándome aquí, así que por favor déjame...
  • Shh- esta vez fue él quien le dejó con la palabra en la boca. Puso un dedo en vertical en sus labios y presionó lo que le impidió hablar. Después añadió: - Vale esta bien, esta bien. Pero no pensarás que voy a dejarte aquí sola para que mueras congelada ¿verdad? Mira, hacemos un trato. Si tu me dejas que me quedé aquí contigo, yo te juro que en esta noche sólo vas a hacer lo que te pidan las tripas. Ni mas ni menos. Tú dime que es lo que te apetece hacer, y lo hacemos sin más. Sin que importe lo que nadie espere de ti. Ni siquiera yo. Te juro que esta noche va a ser sólo del semimúsico y la mujercita desastrosa.
  • Esta bien. Entonces, enséñame a tocar la guitarra.
  • Eso está hecho pequeña.


Aquella noche ella aprendió algún que otro acorde, pero también aprendió que los ojos de él eran más brillantes desde el sillón rojo, y que sobre todo él debía de tener un superpoder por el cuál no pensó en aquella pena que tanto le atormentaba hacía tan sólo unas horas ni una sola vez. Él por su parte descubrió que la sangre helada le volvía loco, y que al fin y al cabo todo ese rollo de construir las cosas despacito y con buena letra merecía la pena si por el camino se iban descubriendo tanto los defectos como las virtudes. Ella se durmió antes, y mientras tanto él entre bostezos recordaba la imagen de la figura de aquella chiquilla que tenía ahora sobre el pecho luchando por ponerse la sudadera. Pensó también en la cara de tristeza que se le había puesto cuando había tratado de pillarlo observándola, y en lo mucho que le gustaba sacarle de quicio. Después cerró los ojos y calló exhausto.
Ala mañana siguiente ella se despertó por la luz, y se dio cuenta de que él había ido a por una manta. Trató de levantarse sin despertarlo, pero aunque ella creyó que lo había conseguido, en realidad él se despertó en el mismo momento en el que ella se levantó del sillón. Ella volvió a cambiarse en silencio. Y cuando se disponía a marcharse, él trató de impedírselo:
  • Espera- dijo cogiéndola de la mano.- Quédate un rato más y así desayunas aquí
  • Gracias, pero tengo que ir a descolocar un poco las cosas para que cuando se despierten mis padres piensen que realmente he dormido allí. Sino van a sospechar de tanto orden- le sonrió.
  • Pero bueno, ¿no fuiste tú la que anoche decía que daba igual lo que otros esperaran de ti? Vamos quédate, te saco aquí el desayuno. Así serás la primera chica del mundo que ha desayunado en un sillón rojo en primera línea de pantano.-llevaba unos vaqueros desgastados, unas converse y el pelo algo revuelto de no haberse peinado todavía, cosa que de cierta manera le atraía.
  • Es tentador, pero este sillón ya ha sufrido demasiadas emociones. Nos vemos luego.- se acercó y le dio un beso en la mejilla. Después se alejó con aires de muchacha mañanera dejando a ese pobre semimúscio algo confuso.


Pauli
16/marzo/2011
pd: ese sillón es la clave.
Pd2: no sé escribir, no tengo ni idea de literatura, tan solo juego a quitarme la armadura. (fito)


hoy dia 7 de junio pienso en el sillón rojo


domingo, 5 de junio de 2011

Capítulo 10: He guardado un beso que dejaste olvidado.

Me encontré un beso tuyo en la calle tirado. Estaba muy triste, hambriento y tiritando. Al ver que era un beso de los que se atreven a ser besos de verdad lo he guardado. Y aunque no sé muy bien para quien era, si sé que estaba abandonado.
No he conseguido sacarle palabra alguna, nada me ha contado. Así que en una caja con un lazo lo he dejado. Esperaba que lo echaras de menos, que algo me hubieras contado. Pero aquellos dias en los que disfrutabamos estando juntos se han largado.




Diciembre a su mitad ya casi ha llegado, y tu todavia no te has pispado. No me gusta la monotonía por si no te has enterado. Y es que es en invierno cuando más me apetece el helado, no me gusta lo que hace la gente por sentirse apoyado. Me gustan las personas que eligen por su lado, las que crean, las que sorprenden, las que no por el pensamiento mayoritario han cambiado. Me encanta que se cambien las reglas siempre y cando a un acuerdo se ha llegado, y tu te empeñas en jugar al escondite, pero creo que te he encontrado.
Usaré ese beso que está en una caja guardado, como si fuera un rehén hasta que me expliques por qué te has empeñado, en seguir a la gente como si nunca hubieras pensado. Que yo se que eres diferente, que alguna vez me lo has demostrado, improvisa como hacías siempre, aunque creas que nunca ha funcionado.
Un día de estos te va a tocar explicarme lo que nunca me has explicado, ¿qué son para ti los besos? Don abandono besos y me largo. Me quedan muchas preguntas que hacerte, esto de conocerse va para largo.

¿Sabes una cosa?, llevo un tiempo investigando, y creo que he dado con el problema de los amores efímeros y los besos por encargo:
Esta claro que ya nadie espera príncipes azules, esos ya estan enterrados, nadie cree en cuentos de hadas, los finales felices están olvidados. Ese no es el problema, me parece normal que nadie crea que existen los palacios, pero siguen ahí las falsas expectativas por culpa principalmente de todo lo idealizado.
Que todas se piensan que todos son Georges Clooneys con cafés en la mano, O que todos se piensan que todas son Scarlets Johansons con un jet privado...

Nadie se entera de mucho...
Eso no existe...

Nuestra sociedad hace que pensemos continuamente en lo superficial y lo material como los dos valores más importantes para todo, y que de esta forma olvidemos lo importante que son las pequeñas cosas que cada día nos hacen sonreir y que aunque nos empeñemos no tienen nada que ver ni con la perfección del culo ni con el dinero despilfarrado. Tienen que ver con el grado de asombro que te provocan.
¿Por qué te empeñas en hacer un plan si sabes que siempre sale mal?
...Paula.
Cuanta reflexión propia

Pd: los capítulos de besos los escrbí allá por diciembre, así que no es extraño que no coincidan con los sentmientos que me invaden en pleno junio. No obstante, los besos siguen siendo algo intrigante, sólo que ahora lo que escribo tiene más sabor a verano :D

jueves, 2 de junio de 2011

Vistas del lago y un sillón rojo.

Pusieron un sillón encima de una roca para poder contemplar el lago. Si eso es, un sillón de esos que aparecen algunos sábados por generación espontánea entre las sospechosas cosas que ellos coleccionan. Por alguna extraña razón nunca nadie había querido sentarse en él durante los meses que había estado dentro, así que decidieron que a lo mejor esto se debía a que en realidad ese extraño sillón siempre había estado destinado a formar parte de su nuevo porche privado.
Decidieron por tanto que, la inauguración del ya oficial lugar por excelencia de las noches de verano, era la excusa perfecta para tener algo que celebrar aquella noche de sábado. Así que a pesar de que era marzo, todos accedieron a que esa noche tocaba beber para celebrar que oficialmente tenían un nuevo salón propio. Es verdad que en realidad sólo era un sillón medio destartalado que debía de tener más años que la roca en la que estaba situada, y también es verdad que a ninguno le importaba demasiado la razón por la que bebían, pero en realidad aquella noche ninguno se planteó demasiado nada entorno a aquel sillón rojo que se encontraba coronando una roca justo en primera línea de pantano. Emborracharse era el principal propósito de casi todos los invitados de aquella inauguración. Unos pensaban en como el ron les permitiría olvidar aquella rutinaria semana que ya dejaban atrás, mientras otros bebían vodka para conseguir soltarse rápidamente y conseguir entrarle a alguna que estuviera dispuesta. Unos se dedicaban a beber lo más posible para olvidar algo de lo que mucho no se acordaban, mientras otros guitarra en mano le cantaban a la luna un par de estrofas que habían surgido entre copas y cigarros. Unos ya habían dejado de saber lo que hacían desde hacía tres copas y se dedicaban a hacer carreras y a hacer la croqueta por la hierba, mientras otros habían querido fiesta, pero no habían querido copas, y se disponían en el homenajeado sofá tarareando alguna cancioncilla y discutiendo sobre lo que ellos siempre discutían.
En un momento dado, las nubes decidieron que ya era hora de dejar que la Luna saliera de su escondite, y como por arte de magia desaparecieron. El grupito del sillón llevaba un rato haciendo filosofía, pero algo era diferente al resto de los sábados: ella no había abierto la boca para refutar nada. En el sillón sabían que eso era un síntoma de que algo no demasiado bueno le había pasado a la mujer de la contracorriente, porque aunque todos sabían que no para cualquier cosa era de palabra fácil, los temas que en aquel sillón se habían tratado eran de los que ella a menudo defendía con uñas y dientes. A él se le ocurrió una idea, y con un disimulado gesto les dio a entender a los demás que él se encargaba de sacarle las cosquillas, dibujarle una sonrisa, o lo que fuera que ella aquella noche de marzo necesitaba. Los demás se fueron respaldados por un puñado de escusas baratas, pero a las que ella no prestó ni la mas mínima atención, y se quedaron ellos dos solos en aquel sillón rojo desde el que se veía sin demasiado esfuerzo el reflejo de la Luna en el agua de ese lago. Alguien tenía que romper el hielo, apunto estaba él de hacerlo cuando ella comenzó a hablar:

  • ¿Qué tal estas?
  • Sabes de sobra que no les he pedido que se vayan para hablar de mi. Yo estoy bien, pero tu me preocupas. Llevas una hora mirando al infinito, y por más que hemos sacado temas de esos que tanto te gusta debatir, no hemos conseguido arrancarte palabra.

De fondo se oyó un grillo, pero ella permaneció en silencio.

  • Esta bien, si no quieres hablar de eso hablemos de otras cosas. ¿Quieres saber que pensé cuando trajimos este sillón aquí?
  • ¿Qué sería útil para ver la lluvia de estrellas fugaces en la noche de San Juan?
  • No era eso, pero tomo nota. Pensé que este sillón aquí puesto era como muy para ti.
  • ¿Por lo desastre que es? ¿O porque no tiene demasiado sentido poner un sillón en una roca?
  • Porque aquí estás tan alto que puedes tocar las nubes sólo estirando el brazo. O si ves que no hay nubes y que es una noche clara también puedes probar a encender y apagar estrellas. Siempre que te apetezca puedes venir aquí a mirar a los esquiadores, o simplemente a encontrar en cada reflejo del agua una historia que contar ¿Qué me dices? ¿No es este un lugar que parece hecho a tu medida? ¿No es verdad que siempre has querido tocar una nube para demostrar que las cosas que otros creen imposibles no lo son?
  • Gracias, de verdad.
  • Mírame.
  • ¿Qué?
  • Ya se que es lo que te pasa, lo leo en tus ojos.



Ella,simulando creer que con sus ojos cerrados él no iba a poder leer lo que le preocupaba,como si de repente quisiera aparentar que era como una niña de tres años que piensa que debajo de la sábana está a salvo , cerró los ojos.

  • No importa, ya lo he leído. Y sinceramente no puedo entender que estés así de triste porque pienses que eres rara, extraña o incluso inferior.
  • No quiero hablar sobre ello, ya te he dicho muchas veces que mi visión de mi misma no es algo que pueda cambiar.
  • Pues yo si que quiero hablar sobre ello, y me vas a escuchar porque es muy importante esto que voy a decirte.
  • No es tan importante quererse a uno mismo...
  • En eso te equivocas. No podrás amar hasta que no te ames a ti mismo. Y sé que esto suena a lo que siempre se dice, pero mírame porque sé de que hablo.-hizo una pausa.
    Una vez que ella le miró prosiguió.
  • La mayoría de las veces las historias de amor son muy artificiales, y de eso no hace falta que te diga nada porque has sido precisamente tú quien me lo ha enseñado, lo que no te has parado a pensar demasiado es en las posibles causas, y yo veo que alrededor de tu falta de autoestima florece una que a la larga puede provocarte desamores. - él ya había conseguido que la mirada de ella fuese atenta, y hizo otra pausa para disfrutar unos instantes de la Luna reflejada en sus ojos- Me explico. Tú casi siempre atribuyes las mismas causas al problema, pero se te escapa una que es esencial. En muchas ocasiones no hay amor porque uno, o los dos se preocupan más por ser dignos de ser amados que por disfrutar de la relación. A menudo muchas personas que, influidas por en inminente pesimismo que se cuece en nuestra sociedad, no se valoran en absoluto a sí mismas, no logran entender como alguien ve algo en ellas. Sé de sobra que a ti esto te pasa. Tu no te quieres, y por eso te choca tanto que otros si lo hagan. En estas situaciones el problema está en que al final las personas se esfuerzan tanto por ser alguien digno de ser querido, que al final dejan de ser ellas mismas. Es entonces cuando la relación se enfría, y acaba por terminarse cuando se dan cuenta de que no hay amor entre ellos. Pero en realidad se equivocan porque los dos se mueren respectivamente por el otro, pero se odian a sí mismos por no haber sido suficiente para el ser amado. Esto me está quedando un poco cursi, pero es así. Sinceramente creo que esa idea de sorprender al otro es algo que tenemos que “desaprender” y lo que tenemos que meternos en la cabeza de una vez es que en realidad lo que nos hace especiales suele ser justo lo que no nos gusta de nosotros. ¿Sabes? Es una pena que no puedas ver que todo lo que veo desde este sillón rojo me recuerde tanto a ti porque es imprevisible, porque es estupendo, y relajante. Si eso es, esa es la palabra que andaba buscando. Para mi eres una luchadora nata, pero reservada al mismo tiempo; tienes muchos sueños, pero te da miedo intentar cumplirlos en el presente, y esto es porque te sientes fuera de lugar, como si fueras una pieza de puzzle que no encaja con ninguna pieza, pero a mi lo que me parece es que en realidad no somos piezas ninguno, y no hay que encajar, simplemente hay que mostrarse tal y como se es, y tu lo haces siempre,aunque no muy a menudo, en tus discursitos sobre el amor y la felicidad, pero además de todo eso eres relajante. A mi me relaja saber que queda gente como tú. Gente que no está dispuesta a conformarse, que piensa diferente, que quiere ser feliz, pero que no esta dispuesta a seguir la receta que le han dado porque lo suyo es la improvisación.
    Ella no pudo mantener más la mirada y se lanzó a sus brazos abrazándole efusivamente. Algo en su interior tenía ganas de llorar y de reír al mismo tiempo, pero en lugar de eso le estrujó con fuerza hacia sí. El sillón rojo fue testigo de un abrazo bastante duradero que parecía firmar los inicios de una fuerte, e inseparable amistad, o incluso de un incipiente amor a largo plazo. Sin embargo, poco pensó ella en eso, el tiempo ya diría hacia donde desembocaría todo aquello. Él se separó. Parecía que aún tenía algo que decir:
  • Al final no me has dejado decirte eso tan importante que te dije al principio.
  • ¿Qué es? Dímelo
  • Recuerda siempre que nadie en todo el mundo, nadie, sabe ser tú mejor que tú. Y sé que eso está en la línea de lo que tú escribes sobre la manía de ser fotocopias hoy en día, pero no lo digo por eso. Lo digo porque nadie podrá nunca recordarme tanto a esto que veo ahora mismo, y porque me encanta que no seas nadie más que tú.



Pauli

PD: piénsalo. Eres único/a
PD2: a lo mejor hay mas entregas del sillón rojo.
esto lo escribí el 10/ marzo / 11


muerde la vida

HAIRCUT from MAMMOTH on Vimeo.